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¡Venga tu Reino!

Tiempo de gracia

Un balance personal

 

20 de mayo de 2020

 

“Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo”

(Flp 3, 14).

 
Es maravilloso recorrer la autopista Durango-Mazatlán, tiene un trazo bellísimo que armoniza la magia de la naturaleza y el atrevimiento de la técnica. El Baluarte es uno de los puentes colgantes que alternan con los túneles una sinfonía que sorprende y sobrecoge.

Podemos servirnos de la imagen de un puente colgante para representar este tiempo de cuarentena, de confinamiento obligado. Este puente que nos permite cruzar la barranca del COVID 19 está soportado por una columna y sostenidos por cables. Para nosotros que somos bautizados, -y aún más como consagrados del Señor- la columna es la fe y los cables de tensión son la gracia de Dios. Por nombrar uno de esos cables está el cable del periodo litúrgico, que en su continuidad cuaresma – Semana santa – Pentecostés, ha acompañado nuestro encierro de estos días.

Espero sirvan estas preguntas para que en estos días nos demos un tiempo para detenernos a la mitad del puente y mirar hacia abajo, al abismo de nuestra alma, y podamos considerar la grandeza del poder de Dios, la hondura de la propia alma y el espectáculo de la gracia de Dios, que con tu colaboración, realiza obras maravillosas de ingeniería divina.

 
He tomado como mapa y guía para estas reflexiones, los  “10 consejos para vivir bien la pandemia del Covid-19 De las Carmelitas Descalzas de Cádiz”.

Preguntas:

1.- ¿Con qué actitud he vivido esta situación, como una crisis o como una oportunidad?

Para todo creyente, (Discípulo-misionero) la vida plantea tareas, pues tenemos una misión en el llamado personal que el Señor nos ha hecho. No es válido interrumpir la construcción de una autopista ante un barranco, aunque sea el Covid 19. Quien cree, tiene que cruzar; y el abismo de enfrente, pasa de ser una dificultad a una tarea personal que me incumbe.

 
2.- ¿He encontrado paz en estos días? ¿ he notado que mi alma se ha ido ensanchando?

Es válido que nos consterne esta situación en un primer momento, pero es bueno preguntarnos si ahora mi alma está en paz. Porque donde hay paz allí está Dios.
Dejemos los adolescentes “¿porqués?” y tomemos los “¿paraqués?” maduros en la presencia de Dios. Mejor construye el que más ahonda en su alma.

 
3.- ¿He trabajado en paz?

¿Cómo te ven tus hermanas o hermanos en la comunidad? ¿Cómo es el trato con tus superiores y hermanos? ¿se da la comunicación, la unión?
Si estás en paz y trabajando con empeño, ya estás del otro lado de este puente, o pronto lo estarás.
Quien está en paz no está cómodo holgazaneando, sino en un reposo productivo y generador. Ahora vamos entendiendo cómo actúa el Espíritu Santo en el alma, casi podemos sentir su movimiento y su acción.

 
4.- ¿He sabido entrar en el terreno que me pertenece: pensamientos, palabras, emociones?

Es bueno salir adentro, pasar de lo exterior y circunstancial a lo propio y personal que es tu alma. ¿Qué tanto te conoces y has recorrido tu alma? ¿Podrías invitar a pasear contigo a tu confesor, director espiritual, formadora, superiora por tus recuerdos, tu historia y vivencias?

Qué bello es dialogar y compartir en comunidad; y luego qué fácil pasear en el interior con Dios.

 
5.- ¿Controlo o me controlo?

Llegamos a un punto en el que todo en casa toma concierto, pues si tienes muy en orden el interior, ahora sí que tienes el control. Y sin darte cuenta todo está no sólo controlado, sino en armonía y en libertad. Te es fácil expresarte y comunicar y captar las señales y mensajes verbales y no verbales de tu prójimo, de las hermanas en tu comunidad.

 
6.- ¿He notado que el tiempo se ha expandido, crecido y fecundado? ¿o lo he desperdiciado y matado?

No se trata de quemar el tiempo, sino de cocinar la vida con sabores y las especias que tenemos en la despensa del alma.
Parece que ahora sí tenemos tiempo, pues las prisas los tiempos nos tenían ensartados, tensos, y vaciados en lo irrelevante.
¿Tengo tiempo para Dios, para mí, para mi esposo y para la comunidad de la que formo parte?

 
7.- ¿Hasta dónde ha llegado mi espíritu? ¿cuáles son mis fronteras espirituales?

El espíritu, como no es material, no necesita de espacio y de tiempo. Ahora vemos que nuestra alma no está en guerra con “nuestros límites corporales”. El alma viene del cielo y hacia allá va, pero no va ir sola. Cristo con su pasión, muerte y resurrección ya le dio visado al ser humano para entrar en el cielo en cuerpo y alma. Ir al cielo es la tarea, las demás actividades se ordenan en tanto cuanto ayuden en ese viaje al cielo.

 
8.- ¿Me he sentido sola? ¿he dejado que mi prójimo se sienta solo, aislado?

Me encerré para estar con los demás, como estaban encerrados los discípulos en Pentecostés. No estaban solos, se acompañaban. Y donde hay ambiente, llega seguro el Espíritu Santo. “Porque donde estén reunidos dos o tres en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos”. (Mt 18,20)

 
9.- ¿He aprendido a reflexionar, a escuchar mi interior?

La madurez supone profundidad y quizás por este motivo nos estábamos volviendo “adolescentes”, pues ya no había peso y hondura en nuestros pensamientos. Ojalá puedas disfrutar el placer de reflexionar, meditar, considerar, sopesar, profundizar en tu alma.

Qué bella era la personalidad de Jesús, tan a la mano y a la vez tan profundo.

 
10.- ¿Esta profundidad personal ha facilitado mi trato con Dios? ¿Creo que he sabido orar?

Indudablemente Dios te buscaba en esta cuarentena y resultó provechoso el encierro de Covid 19. Tan enferma estaba la humanidad que necesitó cuarentena y el Divino Médico ahora puede trabajar a sus anchas.
También la vida religiosa ha estado manifestando síntomas preocupantes de esa pandemia que asola el mundo y que el Papa Francisco advierte: “Ahora, mientras pensamos en una lenta y ardua recuperación de la pandemia, se insinúa justamente este peligro: olvidar al que se quedó atrás. El riesgo es que nos golpee un virus todavía peor, el del egoísmo indiferente”, advirtió en la Iglesia del Espíritu Santo en Sassia, a las puertas del Vaticano.

Conclusión:

Espero que el “Baluarte” de tu alma resulte maravilloso e imponente. Con María, en este mes, de modo especial cantemos al Señor por las maravillas que ha hecho y sigue haciendo en nuestras vidas y sobre todo con nuestra colaboración como lo hizo Ella, Nuestra Madre del cielo.

Por el Reino de Cristo a la gloria de Dios

Autor: Gilberto Villarreal

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