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¡Venga tu Reino!

 

El Espíritu Santo, agente

de comunión y comunicación

 

19 de octubre de 2020

 

Introducción

Intentemos imaginar un tipo de comunicación que no sea audiovisual, que prescinda de las mediaciones corporales. ¿Cómo nos organizamos en la comunidad si no nos vemos ni nos escuchamos? Y si no podemos mover nuestro cuerpo, ¿qué podríamos expresar? Qué triste que las religiosas en una comunidad no se pudieran comunicar.

 

“Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común” (Hech. 2, 47) “La multitud de los creyentes no tenían sino un solo corazón y una sola alma.” (Hech. 4, 32)

 

Consideremos en nuestra oración y reflexión el misterio de unidad en La Santísima Trinidad, misterio de amor, de vida. Las tres divinas personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo se comunican y están unidas de un modo pleno y profundo. Desde esa comunidad de amor el Padre envía a su Hijo para revelarnos su amor, y Cristo, Nuestro Señor, al encarnarse llega a ser para nosotros modelo de comunicación y comunión.

¿Qué, mejor dicho, quién le ayudó a Nuestro Señor a comunicar el misterio del amor de Dios y a lograr la comunión, entre sus discípulos y en toda la Iglesia?

1.- El lugar del Espíritu Santo.

En el seno de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo parece vivir en la invisibilidad y el anonimato, sin nombre propio, sin rasgos personales. El Verbo encarnado tiene rostro y el Padre se ha revelado en él, pero el Espíritu Santo pareciera ser desconocido. Buscamos representarlo y nombrarlo sirviéndonos de los nombres y símbolos que aparecen en la Biblia y en la tradición teológica: soplo, aire, viento, fuego, paloma, unción, crisma, sello, dedo de Dios, amor…

Sin embargo, “el Espíritu Santo se presenta como agente principal de comunión y comunicación intra y extratrinitaria”. (me apoyo  el Cap. VIII “El Espíritu Santo y la comunicación” de “Teología de la comunicación”  del P. Felicísimo Martínez Díez, OP. BAC, Madrid 1994.).  Por eso se le asocia con el amor y la comunión en la Trinidad y es agente de la comunicación de Dios al hombre y de la comunión de los hombres con Dios y por eso se le asocia con el don.

Es Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo y a la vez es comunicación y comunión en el seno de la Trinidad y tanto el Padre como el Hijo envían el Espíritu Santo al mundo.

Una comunidad religiosa es una iglesia en pequeño que replica la vida misma de la Santísima Trinidad: comunicada entre sus miembros y comunicable, es decir abierta a los hombres, con un mensaje.

De allí la importancia de vivir unidos por el Amor que Dios nos derramó desde el bautismo.

2.- El Espíritu Santo va y vuelve.

La doctrina de la Perijóresis (o pericóresis), nos dice que la unión de la Santísima Trinidad es como el baile entre dos personas que unidas en sus movimientos y tan coordinadas, que parecen uno cuando bailan. Así el Padre y el Hijo están tan unidos; Uno en el otro y el Espíritu Santo entre los dos.

Es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, Él es el que vivifica la Iglesia, pues continuamente mantiene la comunión y la comunicación, que sin ellas no habría vida.

Suplicar en la oración: ¡Ven Espíritu Santo!, estar en disposición de recibirlo, atentos a su presencia y a su acción y como nos aconseja San Pablo no resistirse al Espíritu Santo, ni contristarlo. Estar disponibles para secundar sus inspiraciones, como el marinero que en el velero se dispone para el momento en que empieza a soplar el viento.

En este tiempo de pandemia, seguramente el Espíritu Santo ha ido propiciando a unidad, la comunicación. Limpiando los canales de comunicación entre las hermanas y de con la superiora.

3.- El Espíritu Santo orquesta la armonía comunitaria

            Si todas las hermanas fueran instrumentos de viento, estarían siempre listas al soplo del Espíritu Santo. Él nos irá guiando para ir afinando la flauta de nuestra alma y una vez afinada, ensayar sin descanso las notas de las virtudes. Sin darnos cuenta pronto se irán uniendo una a una cada una de las hermanas a un concierto de armonía: comunión y comunicación.

Nuestra Madre, la Virgen Santísima, nos enseñe a abrir el alma al Espíritu Santo para ser con su poder instrumentos de comunión y comunicación. Que, Ella, mujer de Espíritu y nos indique los modos misteriosos que tiene el Espíritu de Dios para guiar el concierto de la caridad en nuestras comunidades Que el Evangelio de la alegría vivido en nuestras comunidades sea para la gloria de Dios y maravilla para nuestros hermanos en el mundo.

 

Por el Reino de Cristo a la gloria de Dios

Autor: Veronica Fierros

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