20 de abril de 2020
Sin duda alguna, estamos viviendo un momento de gracia muy especial, pues la providencia nos está permitiendo pasar la cincuentena pascual en comunidad.
“Por esta razón, alégrense, aun cuando ahora tengan que sufrir un poco por adversidades de todas clases, a fin de que su fe sometida a prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la manifestación de Cristo. Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro y se acrisola por el fuego. A Cristo no le han visto, y sin embargo, lo aman, al creer en él ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de sus almas, que es la meta de la fe”
(I Pe 1, 6-9) .
Me sirvo de estas palabras de San Pedro, el primer vicario de Cristo, testigo gozoso y valiente de la resurrección del Señor, pues dan un marco muy actual a lo que estamos viviendo y además nos elevan al plano de la fe en la que vivimos y hemos hecho compromiso de predicarla con nuestro ser, vivir y actuar; y si hiciera falta con nuestras palabras.
Propongo en esta ocasión, ayudarnos de un artículo del Hno. Carlos Gabriel Gómez Restrepo, que aborda el tema de la fraternidad, en la revista Sequela Christi 2019/01.
1.- Las raíces de la fraternidad cristiana.
La novedad de vida que Cristo nos ofrece en el Evangelio es especialmente rica; no sólo por sus palabras, sino también por la forma de vida que el grupo de los doce apóstoles tenían junto a Cristo, su Maestro. Se llenan los ojos de gozo al contemplar cómo la comunidad que Cristo fundó, se fue configurando de un modo bellísimo y auténtico en los días de Pentecostés con la fuerza del Espíritu Santo.
Para el Hno. Carlos, en este artículo, la fraternidad es un legado de profundo sabor evangélico, es una aventura apasionante, inagotable y cuestionadora. Cuánto nos hemos cuestionado sobre nuestra comunidad en estos días. Cuántas sorpresas y cuántos retos hemos de afrontar, este providencial periodo de cuarentena “forzosa”.
Aprovechemos la oportunidad que nos dan estos días para detener la mirada en la comunidad de los discípulos entorno a Cristo y veamos con fe, cómo fue desenvolviéndose esta comunidad después de la resurrección y ascensión del Señor con la fuerza del Espíritu Santo.
2.- La comunidad es un mensaje al mundo.
“Para los seguidores del camino, la comunidad y la fraternidad se constituía como la manera de ser, de presentarse ante el mundo, de predicar la experiencia de Jesucristo. De esta manera, “la fracción del pan” a la que se alude frecuentemente en el Nuevo Testamento, era también una profunda experiencia de Comunidad que hacía memoria, alimentaba la fe, fortalecía la tarea evangelizadora, y permitía la presencia viva del Señor”.
Dos ideas de este fragmento del artículo del Hno. Carlos:
Quizás nos preocupe, no poder estar predicando y realizando las tareas apostólicas a causa de esta pandemia, pero la gente ante todo, espera ver que somos una comunidad, que somos uno, entorno a Cristo.
Lo entendió muy bien SantoTomás, Apóstol. Si no está en la comunidad no se confirma ni se robustece la fe.
3.- La fraternidad es carisma en nuestra comunidad.
No es un elemento secundario, es carismático, tan esencial como nuestros votos, es la charola en la que recibimos el don de nuestros votos religiosos y es la charola en la que le ofrendamos a nuestro Señor la vivencia de estos votos. Nadie es obediente fuera de su comunidad, ni casto, ni pobre. Es esencial y constitutivo en nuestra vida religiosa.
No hay pues una vivencia auténtica del propio carisma cuando se deja de lado la comunidad y la fraternidad que es el modo como el Señor nos enseñó a vivir el evangelio.
María, la Virgen Santísima, que acompañó a la comunidad naciente de la Iglesia, nos ayude a vivir fraternalmente en comunidad, reconociéndonos religiosos y volviendo a ser en torno a Cristo un evangelio que se vive y luego con fuerza sale a predicar a los hombres la novedad del Evangelio.
Indudablemente, el Señor providentísimo nos permite vivir este momento de contingencia sanitaria con su gracia y seguramente se servirá de nuestra caridad fraterna para bendecir a nuestros hermanos que tanto sufren a causa de esta pandemia que está provocando tantos desajustes. Las almas nos necesitan en comunidad, viviendo la caridad fraterna al estilo de Jesucristo y sus apóstoles.
Por el Reino de Cristo a la gloria de Dios